Con el desarrollo de las nuevas tecnologías, muchos documentos de valor comercial fueron trasladados a medios electrónicos. Por ello, era necesario encontrar la manera de garantizar la seguridad de los mismos a través de un elemento que cumpla la función de una firma manuscrita.

La firma digital es una secuencia de datos o algoritmos matemáticos que sirven para ofrecer seguridad a un documento. Al igual que la firma manuscrita, la firma digital garantiza la autenticidad de cierto documento, pero esta nueva modalidad lo hace a través de un software que se encarga tanto de hacer como de verificar la firma.

En este sentido, la firma digital acredita nuestra identidad, atribuyendo el documento firmado a una persona específica. También garantiza la integridad del documento, ofreciéndonos la seguridad de que el documento no ha sido modificado desde el momento de la firma.

Una última característica de la firma digital es que impide que el firmante pueda negar que el documento haya sido firmado por él. Con estas características, la firma digital cumple exactamente las mismas funciones y ofrece las mismas garantías que la firma manuscrita.

Hasta la entrada en vigor del nuevo reglamento de facturación en 2013, la firma digital era necesaria para verificar la validez de una factura electrónica.  Sin embargo, con aprobación del nuevo reglamento 3, ya no es necesario que la e-factura esté firmada de esta forma, aunque si puede ser recomendable hacerlo para evitar problemas futuros.